Heey! Chicas! Esta es la historia de Mafeer!! Disfrutenla! Y visiten su pagina>> http://itsallaboutjb.nireblog.com/ Mafer viene con mas! Dense una vuelta! =)
Las fresas son de postre

Una pequeña ventisca revolvió su cabello. Cerro de tras de si la puerta de su casa y bajo lentamente 3 pequeños escalones cubiertos ligeramente de nieve. Su cabello seguía ondeando a causa del aire y sus orbes ámbar se maravillaban con el magnifico paisaje que una mañana de invierno podía brindar.
El camino a la escuela era bastante largo, y aun así sus padres habían decidido que tendría que ir caminando. Llevaba 30 minutos tarde y con suerte llegaría con un retardo. Su mochila reposaba sobre sus hombros y en sus manos llevaba su celular. Era una fresca mañana de viernes; el último día de clases antes de poder disfrutar de unas merecidas vacaciones de invierno. Sonrío y pudo respirar el suculento aroma del pavo de Navidad.
Su paso era lento; y sus converse rechinaban contra el congelado asfalto de aquel lugar. Suspiro mientras veía la hora en su celular. La brillante pantalla marcaba las 8:25 am. En cinco minutos cerrarían las puertas de su escuela y ella no iba ni a la mitad del camino.
Decidió llegar a su escuela y quedarse por ahí; si sus padres se enteraran que no había llegado a tiempo, la matarían. Diviso como algunos estudiantes estaban en la misma situación que ella y algunos de ellos se alejaban en grupos con dirección al cinema del pueblo. En New Jersey no había muchos cinemas, pero aquel definitivamente era acogedor. Debajo de su gruesa chamarra, pudo escuchar el crujir de su estomago, pidiendo a gritos unas galletas de vainilla y un cappuccino.
De la nada, nubes grisáceas tomaron por completo el cielo amenazando con una fuerte lluvia. Cerró sus ojos en el momento en el que una inmensa luz hacia acto de presencia, y segundos después producía un estridente ruido. Odiaba las tormentas y sobretodo los relámpagos. Pero al parecer solo era un aviso… pronto llovería.
Camino rápidamente, por las hermosas calles de aquel lugar en las afueras de New Jersey, a la cafetería más cercana de ahí. Tomo un poco de aire al ver, ya a lo lejos, la puerta del lugar que le daría refugio y comida por 7 horas. El olor de las galletitas de vainilla, que tanto amaba, recién hechicitas se apodero se su nariz.
− Buenos días señorita. − Un trabajador de ahí le saludo en el momento en el que la campanilla que anunciaba la visita de un nuevo cliente, sonó.
− Buenos días. − respondió alegremente. La gente que estaba en el local la miro; con el cabello desarreglado. Se sonrojo y busco con la mirada una mesita en la cual pudiera dejar sus pertenencias y arreglarse, aunque fuera solo un poco. Frunció el ceño al no encontrar ninguna disponible; tendría que alimentar su hambre de pie. Sentía, todavía, algunas miradas en ella mientras caminaba en dirección al mostrador. Decidió no darle importancia. Se detuvo unos momentos y miro otra vez a su alrededor; no había personas menores de 30 años en ese lugar. Y ella apenas había cumplido 18. Supuso que seria normal ser el centro de atención, puesto que debería estar en la escuela. Se detuvo en el mostrador y espero a que la persona que atendía ahí, apareciera.
− Buenos días. Un cappuccino doble y una cajita de galletas de vainilla, por favor. − la chica que estaba en el mostrador anoto la orden en un papel.
− Yo quiero lo que ella pidió. − la chica del mostrador volteo a ver al chico que estaba a su lado e inmediatamente sonrío. − Claro… si no es mucha molestia…
− ¿Mismo ticket? − pregunto la cajera a la chica. El muchacho sonreía expectante.
− Mm.......… supongo. − marco en el teclado la nueva orden y dio el ticket al chico. Se dio la vuelta y se dirigió al dispensador de café. El chico y la chica quedaron solos. Ella seguía en busca de una mesa disponible y la encontró. Tomo sus pertenencias rápidamente y camino a la mesita. Dejo su mochila ahí y se quito la chamarra.
Volteo rápidamente al mostrador y vio como aquel chico recibía la orden y la buscaba con la mirada. Sonrío en cuanto sus ojos hicieron contacto y se dirigió hacia la chica.
− Ehm… aquí esta su orden. − dijo sonriente.
− Gracias. − ella tomo cuidadosamente su hirviente café y sus preciadas galletas. Le dio la espalda y se sentó. Tomo un gran sorbo a su café, maldiciendo por lo bajo… se había quemado la lengua. Miro de reojo como el chico se alejaba. − ¡Espera! − grito mientras el volteaba a verla. − Olvide pagarte.
− Oh... Eso. No te preocupes… hoy es tu día de suerte. − Guiño el ojo retomando su camino. Ella le tomo del brazo rápidamente.
− Oh no. Debe de haber una forma en la que te pueda pagar. − el chico miro a su alrededor y mordió coquetamente su labio. Sintió un ligero cosquilleo en el momento que la mano de la chica tuvo contacto con su piel.
− Bueeno… si hay algo que puedes hacer. − se acerco peligrosamente a ella y miro detenidamente sus carnosos labios. − ¿Puedo sentarme contigo? − murmuro en su oído. La piel de la joven se estremeció. Nunca había tenido ese tipo de contactos con alguien.
− Cla-a-aro. − dijo nerviosa. Seguía tomando al chico con su mano y aunque quisiera soltarlo no podía, le gustaba sentir la sensación que sus pieles producían.
− Ehm… ¿Puedes soltarme? − el chico sonrío y soltó una pequeña risa, que para los oídos de ella era una linda melodía. Se sonrojo unos momentos, y con una pequeña sonrisa lo soltó y retomo su asiento.
Estuvieron en silencio unos minutos mientras el soplaba a su café, en intento de enfriarlo y ella comía lentamente aquellas galletitas. El chico decidió romper el silencio.
− Todavía no se su nombre señorita. − Y ahora que lo pensaba ella tampoco. Lo miro extrañada… le hablaba educadamente; como casi nadie solía hacer en estos tiempos. Noto un calor extenderse por sus mejillas. Bajo la mirada en el momento en el que sus ojos se miraron, los unos a los otros, por segunda vez en menos de 10 minutos.
− Soy Holly. − respondió suavemente al mismo tiempo que introducía una galleta en su boca. − Yo tampoco se tu nombre…
− ¿No lo sabes? − miro a Holly como si fuera la octava maravilla. Masticaba lentamente su galleta y sus grandes ojos lo analizaban.
− ¿Debería? − El chico se encogió de hombros. A veces podía ser tan tonto y arruinar las cosas.
− Me llamo Joe. − dijo y rápidamente introdujo un puñado de galletas a su boca, lo que causo que Holly riera un poco. Después de algunos años, sintió que quería conocer a fondo a la persona que tenia enfrente. Parecía ser ella misma… y lo mejor de todo, aun no lo reconocía. − Mucho gusto.
− Igualmente. − Estrecharon sus manos en un saludo formal. De nuevo aquellas descargas eléctricas tomaron sus cuerpos por sorpresa. Estaba claro… habían hecho una conexión. − Y dime Joe... ¿Vives por aquí?
− En el pueblo, si. De la cafetería no. ¿Y tú? − Y aunque pareciera estúpido, Joe quería saber TODO de aquella chica; no todos los días encuentras a una persona que no te conoce.
− A unas veinte calles de aquí. Oye… perdona que diga esto pero… ¿Te he visto antes? − pregunto Holly. Su cabello escondía uno de sus ojos. − Es que te me haces conocido.
− ¿Yo? No creo… casi no salgo de casa. − desvío la mirada a la ventana del local y pudo observar como pequeños copos de nieve empezaban a caer. − ¿Te gusta la nieve?
− Me gusta tirar bolas de nieve… ¿Eso cuenta?
− Si. − respondió Joe tocando el cristal con sus maños, y empañándolo un poco a causa de su aliento. − Me toca a mí. − Ella lo miro extrañado. − Perdona que te diga esto pero… ¿Cuántos años tienes?
− ¿Cuántos crees que tengo? − río a causa de la pregunta del pelinegro.
− No luces mayor que yo. Así que debes tener ¿16?
− Nooo… ¿Parezco de 16? Que mal…
− ¿Eres más joven? − Joe acerco su rostro al de ella, ambos se estremecieron cuando sus respiraciones chocaron, y solo para hacer de aquella conversación un poco mas privada.
− No lo se… dime cuantos años tienes tu y ya veré si te digo. − Ella arqueo una ceja mientras tomaba una galleta del paquete de Joe.
− Eso es trampa. Yo pregunte primero…
− Entonces te quedaras con la duda. − Holly deseo por dentro que la conexión que ella sentía, también la sintiera el. Movía su pie, por debajo de la mesa, nerviosamente esperando que el pelinegro respondiera. Tenia que aparentar que no le importaba aquel encuentro casual. Además… mañana lo olvidaría ¿Cierto?
− Supongo que así estaremos mejor − murmuro el chico. Mordió su labio e intento tomar una galleta…
− Supones bien… − y aunque le hubiera gustado saber cuantos años tenia aquel chico… no pudo. Tomo rápidamente su mochila y la ultima galleta de Joe. − Gracias por todo. Están buenas las galletas ¿No crees?
Y no le dio tiempo de contestar. Dio una mordida y salio del local. Triste al fin y al cabo, pero podría presumir a sus amigas que había conocido a un chico en el ultimo día de clases. Sus dientes comenzaron a castañear, debido al frío. Cerró sus ojos fuertemente y recordó que había olvidado su chamarra en la cafetería…
− Eres una tonta Holly… − golpeo su frente con la palma de su mano. Sus manos templaban y el respirar frío le causaba dolor.
Entro en un dilema interno. ¿Regresaba y veía a los ojos a aquel chico? ¿O moría de frío a causa de su orgullo? Los copos de nieve empezaban a caer con más velocidad y el sonido de unas botas caminar junto a ella retumbo en sus oídos.
− ¿Olvidaba algo señorita? − quito su mano de sus ojos y vio una larga hilera de dientes perfectos. La sonrisa de Joe era, incluso, mas blanca que la nieve. Joe sostenía en su brazo la dichosa chamarra.
− Oh… Eres un sol. − tomo rápidamente la chamarra y se la puso bajo la atenta mirada del moreno. − Muchísimas gracias Joe.
− Fue un placer. − hizo una reverencia ante ella. Ambos rieron para después quedarse en silencio. − OK… intentare de nuevo. Perdona que te diga esto pero… ¿Tienes algo que hacer hoy?
− ¿Perdona? − Holly parecía indignada. − Creo que es mi turno. Desperdiciaste tu oportunidad anterior… así que…
Ambos jóvenes volvieron a reír. No era aquella magia que uno siente cuando conoce a alguien por primera vez… esa hambre de saber más de aquella persona. Eran nervios… como los de una primera cita.
− ¿Cuántos años tienes?
− ¿Importa? − El de ojos castaños avanzo unos pasos delante de Holly, se sitúo frente a ella y en un gesto tierno acaricio sus mejillas. − Dios Holly… estas helada.
− No es nada. Dime…
− Solo si prometes que iremos a un lugar mas caliente. − ella asintió levemente. − Ven… tengo diecinueve.
Joe decidió ya no preguntarle a ella. En cambio, decidió quitarse su chamarra y ponérsela a ella encima. No era muy gruesa pero ayudaría. Ella en un gesto de agradecimiento le sonrío y empezaron a caminar hacia el horizonte.
− ¿A dónde vamos? −
Joe aclaro su garganta. − Es mi turno señorita.
− Valee.
− ¿Qué no deberías estar en la escuela?
− Si, pero llegue tarde. Y además hoy era el último día antes de vacaciones así que, en realidad no importa. Mi turno. − Joe paro en seco y su rostro se crispo en una mueca de nerviosismo. Un grupito de chicas se acercaba rápidamente hacia ellos, y eso solo podía significar problemas. − Ehmm Joe… ¿Estas bien?
− No. Vámonos de aquí.
Joe tomo fuertemente de la mano de Holly y empezó a correr en la dirección contraria. Ella no dijo nada y se limito a correr detrás de Joe, intentando no tropezarse. Corrieron por un par de minutos hasta que se escondieron en un callejón. Holly se soltó del agarre y Joe tuvo que parar.
− ¿Pero que diablos fue eso? − le costaba respirar y a decir de su tono, estaba enfadada.
− Ehm... yo… Lo siento. Es que vi a alguien y…
− ¿A tu novia? Joe, no somos nada mas que conocidos de menos de una hora. Me pudiste haber dicho que me fuera y lo hubiera hecho.
− No-no… termine hace poco con ella. − Joe bajo la mirada. Y en realidad, era cierto.
− Oh… ¿Entonces eres un prófugo de la policía? ¿Hijo de la mafia? − Y Holly empezaba a alucinar. No lo conocía de nada… y su comportamiento era demasiado extraño. Vestía bien y se notaba que se preocupaba por su apariencia. Así que ¿Qué podía ser tan malo? En una situación diferente, Joe hubiera empezado a reír, puesto que la chica movía sus brazos alterada. Pero en esta situación no.
− No… nada de eso. Es solo que no puedo decirte.
− ¿Entonces realmente quien eres? − Holly no sabia si permanecer cerca de el. Podía ser alguien peligroso, o en realidad el decía la verdad.
− Alguien.
− ¿Eres peligroso? − el pelinegro negó. − ¿Tengo que tener miedo?
− No. Y no Holly, no soy nada malo. ¿Puedes confiar en mí?
Y por primera vez, Joe observo con sumo cuidado a Holly. No era mas alta que el, talvez le llegaba a la altura de la nariz. Tenía un cabello largo y negro; y los pocos rayos de sol que había, le daban un color rojizo. Sus ojos eran color miel y sus labios carnosos y de un color fresa. Algo pálida, pero en aquel lugar, eso era común. Delgada e incluso tenía una linda figura. Pero su sonrisa había desaparecido. Con un semblante asustado le miraba; su labio inferior temblaba a causa del frío y parpadeaba lentamente, pensando bien en que respuesta le proporcionaría a Joe.
– ¿Confías en mi? – Holly respondió con una pregunta. Podría confiar en el si el podía confiar en ella.
–Si.
– Entonces yo también. – Una calma sublime se instalo en el pecho de Joe haciendo que una sonrisa boba saliera de sus labios.
– Gracias.
La castaña sonrío mientras se quitaba la chamarra del pelinegro. Había dejado de nevar y el sol comenzaba a tomar posesión del cielo. Algunos pájaros cantaban y revoloteaban mientras que otros, rezagados, intentaban mudarse a un lugar mas calido.
– ¿Y a donde íbamos? – Holly camino fuera del callejón para ver que nadie los hubiera seguido. – Todo despejado Señor.
Joe sonrío con una malicia fingida, e incluso cómica. Ambos volvieron a reír y salieron del callejón.
Era extraño que el chico de ojos cafés pudiera soltarse de esa manera con alguien.
– No me has contestado. ¿A dónde vamos? – y de nuevo, el moreno no contesto. Se limito a sonreír de una forma arrebatadora la cual, Holly solo pudo contemplar como una tonta.
– Solo te puedo decir una cosa. Ya casi llegamos.
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La mirada chocolate del moreno brillo con emoción en el momento en que ambos pararon su divertida caminata en frente de una grande y hermosa casa. Holly se paro al lado de Joe y contemplo lenta y detenidamente el lugar en donde estaba: no era la zona más rica de New Jersey, pero definitivamente lucia como si lo fuera. Casas perfectas con automóviles aparcados perfectamente.
− Llegamos.
− ¿Qué es aquí? − Holly arreglo un mechón de cabello que tenia en la frente. Lo paso delicadamente detrás de su oreja mientras Joe buscaba algo en sus bolsillos.
− Aquí vivo. − Y automáticamente la sonrisa brillante de la pelinegra desapareció. ¿Un desconocido te invita a su casa? ¿Qué se supone que debes pensar? − ¿Tierra llamando a Holly? − ella permanecía seria y con un semblante asustado mientras veía como algunas chicas que pasaban por ahí miraban a Joe y lanzaban pequeños grititos histéricos. Joe les sonreía y regresaba su mirada a ella. ¿Qué tenia de impresionante Joe? Nada… al parecer. Era apuesto, eso no había duda. Era cortes, era divertido, era gracioso… y no sabía nada más. Tenía 19 años y vivía en el pueblo, pero lejos de la cafetería. Viera por donde le viera, aquel chico que le había brindado una linda mañana, podría ser alguien malo. ¿Pero a quien engañaba? Le gustaba…
− Tienes una casa muy bonita. − Holly intento quitarse aquel asombro de encima y sonar normal, pero al contrario, tartamudeo nerviosa e impresionada. Dejo el miedo atrás. Joe le brindaba esa seguridad que siente una niña de 5 años en los brazos de su padre. Joe sonrío ante la respuesta de la pelinegra. Por una fracción de segundo se sintió estúpido, pero Holly era lo que le hacia falta. Una chica normal. Quedo perdido en ella mientras seguía buscando sus llaves. Sintió el frío metálico entre sus dedos y aparto la vista de ella.
– Gracias. – Introdujo la llave en la cerradura y giro lentamente hacia la izquierda. Un ligero sonido índico que la entrada estaba abierta. – Adelante.
Holly mordió su labio inferior mientras miraba con asombro la humilde casa de Joe. Era espaciosa y también bastante, luminosa. Con una decoración conservadora pero muy moderna. Joe debía ser hijo de padres importantes o…algo malo. Maldijo mentalmente… debía dejar de pensar en situaciones irreales. Antes de que pudiera decir palabra alguna, Joe le retiro cuidadosamente la chamarra y la dejo en un closet junto con su mochila. El peso de Holly disminuyo considerablemente. La entrada era calida y tenía un olor pre-navideño. El pelinegro hizo lo mismo y camino junto a Holly hacia lo que era el salón principal.
– ¿Joe? ¿Has vuelto? – una señora salia con un pequeño delantal verde. Su cabello era ondulado y no muy largo. Atrás de ella salio un pequeño con unos juguetes de acción en mano. Ambos observaron a Holly detenidamente. La chica miraba perdidamente un candelabro que colgaba del techo. – Cielo.
– Mami… ¿Quién es ella? – la voz del pequeño sonó sacando a una perdida Holly de su asombro. Su rostro se torno rojo y Joe le tomo de la mano fuertemente. Las descargas eléctricas regresaron, y la mamá del pequeñín pudo notarlo. – No lo se Frankie. Dime corazón… ¿Cómo te llamas?
– Eh... Holly. Mucho gusto.
– Mucho gusto Holly, yo soy Denisse. La madre de Joe. – respondió amablemente. Se acerco hacia Joe y le dio un beso en la mejilla. Con un toque de vergüenza devolvió el gesto a su madre. – Estas helado.
– Esta nevando. Y tuve un ligero contratiempo…
– ¿Las chicas de siempre? – Frankie interrumpió la conversación. Holly le miro rápidamente y sintió algo de enojo. Calma Holly.
– Si. Y corrimos de ahí. – Joe miro de reojo a Holly. Se sintió culpable al no haberle dicho la verdad desde un principio. Ahora… una parte había quedado revelada.
– No te preocupes cielo. Holly siéntete en tu casa. – Holly respondió un suave gracias antes de que Denisse volviera a la cocina. – Frankie, pórtate bien.
– Frankie… ¿Y los demás? – Joe se agacho a la altura del pequeño, el cual hizo un tierno puchero. El cabello castaño claro del menor fue alborotado por otro chico. – Oh… aquí estas Nick.
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– ¿Mamá estas aquí?
– Aquí estoy Kevin. ¿Qué pasa? – Denisse dejo una charola metálica en una mesita de madera. Su hijo mayor, Kevin, estaba en la puerta mirando hacia el frutero, que contenía manzanas verdes.
– ¿Quién es la chica que esta con Joe? – Kevin tomo una manzana y empezó a jugar con ella. La cocina tenia dos puertas y desde donde estaba el podía ver como Frankie molestaba a Nick y a Joe y como Holly reía. Al parecer esa chica era rara, por que no estaba gritando como histérica. Dio una mordida a la fruta que sus blancas manos sostenían.
– Se llama Holly. Y al parecer le gusta a Joe. – Denisse miro en la dirección que Kevin. Joe miraba a Holly mientras le revolvía el cabello a Frankie. Al parecer el pequeño estaba encantado con conocer alguien nuevo, y por supuesto, diferente. Denisse sonrío de oreja a oreja. – Deberías ir a saludarla. Parece una buena chica.
– Pe-pero… ¿No se ha dado cuenta? – el de cabello enchinado miro confundido a su madre. Era cierto… ya antes se habían topado con chicas que decían no conocerlos, pero solo querían sacarles información. Pero fuera lo que fuera, ni Joe ni Holly parecían interesarse en los demás. Se miraban continuamente, provocando sonrojos de parte de ella, y sonrisas bobas de el.
– ¿Tu crees que Joe la hubiera traído? – dijo Denisse y empezó a cortar unas manzanas. – Espero que no se de cuenta aun. Joe parece muy emocionado.
– Bueno, iré a saludar.
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Nick parecía una buena persona. Se mostró amable y algo misterioso en el momento en el que Joe los presento con un corto saludo de manos. La miraba tratando de encontrar respuestas, un algo que pudiera decirle que no era de confiar; pero su blanca sonrisa indicaba que no lo había.
– ¿Dónde rayos estará Kevin? – pregunto Nick en dirección a su hermano mayor. Joe se encogió de hombros y volvió su vista a Holly, que le hacia cosquillas a Frankie.
– Ya guapo. Demasiadas cosquillas por hoy. – dijo Holly. Frankie, que yacía en el suelo se quejo en el momento que las manos de Holly dejaron sus costillas en paz.
¿Guapo? ¿¡Holly lo había llamado guapo!? Joe miro como su hermanito le daba un beso en la mejilla a SU invitada. Frankie subió corriendo las escaleras y Joe vio a la joven sonrió. Era tonto pensar que estaba celoso. Era Su Holly… ¡Su Holly! ¿De verdad había pensado eso? ¿Joe no estarás…? No.
– ¡Aquí estas! Mira ella es Holly. – Joe agarro a Kevin de los hombros y la acerco hacia su invitada. Kevin sonrío amablemente y le dio un beso en la mejilla, el cual ella, correspondió. Joe parecía un niño de 7 años presumiendo su nuevo juguete. Quería que lo vieran todos…− Holly el es Kevin.
− Mucho gusto Kevin. − El mayor intento analizarla, en vano. Quería encontrar algo que no cuadrara… con lo que al parecer, fascinaba a Joe. No parecía una fan, no parecía interesada en sacar información. Ni siquiera parecía de este planeta, es decir, era ella misma. ¿Quién no los reconocería? Holly sostuvo la mirada de Kevin unos segundos más. Intimidaba un poco ser el centro de atención en la casa, de su recién amigo, Joe. Nick la miraba curiosamente. ¿Qué era una maravilla de un circo? Sentía que los conocía, pero no daba.
− Joe… ¿Seguro que no te he visto antes?
Nick abrió los ojos inmediatamente y se dio la vuelta. Kevin se acerco a su hermano menor y siguió comiendo su manzana. Joe sintió morir… las cosas buenas no duran para siempre.
− Me has visto solo hoy. − respondió sereno, notablemente nervioso, cosa que Holly pareció no notar. En el salón principal había una mesa de caoba oscura con muchas fotos de algunos niños pequeños. Joe seguía mirándola y se confundió en cuanto la vio sonreír. − ¿Qué sucede?
− ¿Ese eres tu? − la chica se acerco hacia aquella mesa, y tomo una de las fotos, en donde aparecía un niño de no más de 6 años. Sonrisa enorme, pero falta de dientes. Tierna… todo lo que solo un niño podía ser, inocente. Miro a Joe y noto que parte de esa inocencia seguía ahí. Nick, sintió que era tiempo de salir de escena. Mientras menos contacto tuvieran… Holly no se daría cuenta. − Eras una ternura.
La pelinegra revolvió el cabello del chico. De nuevo esas chispas hicieron aparición, pero no la suficiente para que ella dejara de hacerlo.
− ¿Y que ya no lo soy? − pregunto el moreno. Acerco su rostro al de ella y rozo lentamente su nariz contra la de ella. Ambos volvieron a estremecerse. − Hmmm… hueles a fresas. − Cerro sus ojos y continuo oliendo a la chica que le había sacado varios suspiros a lo largo del día. Olio desde su cuello hasta detrás de su oreja. Y ella lo único que pudo hacer fue aferrarse a la camisa de Joe y suspirar.
− No lo se. − Ambos abrieron los ojos y se miraron intensamente. − Ni siquiera se quien eres. Solo eres Joe.
Joe se encogió de hombros y por un momento deseo poder decirle la verdad, pero de esa forma, las cosas cambiarían. Holly era la primera chica que lo veía de aquella forma tan especial… es forma que no sentía desde hace mucho. Bajo la mirada y soltó a Holly.
− Oh… Joe, yo… lo siento. − la chica de los ojos ámbar levanto con su mano la barbilla de Joe. Sintió un poco de culpa…
− No debes de sentir nada. Es solo que no te puedo decir. Es… complicado.
− No importa. Me gustan las personas complicadas. − Esas palabras hicieron que Joe se sintiera como una colegiala enamorada. Ella, en cambio se sentía segura de lo que había dicho. Ella no era una persona que saliera con el primer tipo que se encontrara en la calle. Joe le gustaba mucho. Era misterioso, lindo, respetuoso y guapo. Sus ojos chocolate le fascinaban…
Joe acerco sus labios a los de ella. El calor que ambas pieles desprendían se hizo de un momento a otro insoportable. Miraba sus orbes claras como la miel y sus labios…
− Holly, ¿Te queda… − Ambos se separaron inmediatamente. Ella no podía creer que estaba a punto de besarse con alguien que apenas conocía. − Creo que interrumpo. − Denisse sonreía enormemente. Ver a uno de sus hijos manteniendo un romance normal, no era cosa de todos los días. Holly bajo la mirada avergonzada y decidió mirar hacia sus converse.
− No mamá. ¿Qué ibas a decir? − exclamo el pelinegro.
− Quería saber si Holly se quedaría a comer − ambos miraron en dirección a ella.
− Oh no… no quiero causar ninguna molestia.
− No es ninguna molestia, cielo. − Holly sonrío amablemente ante la invitación de la madre de Joe. Asintió suavemente y Denisse desapareció.
− ¿En donde estábamos? − dijo de forma coqueta el pelinegro. Era increíble esa sensación de felicidad instalada en el lado izquierdo de su pecho. No la conocía ni de un día y quería estar a su lado, y por supuesto, que ella estuviera en el suyo. Holly tenía dudas sobre todo y sobre nada. Le gustaba Joe, eso que ni que. Le asustaba un poco su cambio de comportamiento… de tímido a nervioso y de nervioso a galán.
− Hazme recordar − Joe obedeció y acerco lentamente sus labios a los de ella. Tomo con una de sus manos su nuca y con la otra arreglo su cabello detrás de su oreja. Estaba a punto de besarla…− Ya recordé. Gracias.
− ¿Pero qué? − El joven cantante la miro incrédulo.
− Las fresas son de postre, Joe. − contesto guiñándole un ojo al moreno.
− No me importa. − Y sin dejar que Holly respondiera, la beso. Compartieron sus alientos mientras sus labios jugaban dulcemente el uno con el otro. No hubo lujuria, ni ansiedad; ambos cuerpos se necesitaban. Sus bocas encajaron a la perfección; sus lenguas exploraban territorio desconocido mientras se probaban mutuamente. − Me gusta llegar al postre.
− A mi también Joe. − Holly beso a Joe rápidamente y se separo de su agarre. En ese momento, Joe perdió el miedo. Si Holly se enteraba de quien era… estaba bien. Con tal de estar al lado de ella… con tal de comer fresas de sus labios, el mundo estaría bien.