Novelatikx-Choice-Awards
 
  NCA-Home
  ¿Que es Novelatikx-Choice-Awards?
  NCA Abril2010 - San Valentin
  NCA NovDic 2009
  NCA 8 Agosto 2009
  NCA 15 Mayo 2009
  => Isabella-1er Lugar NCAMayo09
  => Luisa- 2do Lugar NCAMayo09
  => Adriana- 3er Lugar NCAMayo09
  => *Danny
  => *Erika
  => *Mikayla
  => *Laly
  => *Nayeli
  => *Mariana
  => *Paula
  => *Naza
  => *Maddie
  => *Nayla
  Gracias Novelaticas.nireblog.com
  Queremos saber tu opinion!
  Avisos Agosto 09
  ¡Premios Novelaticas!
  Contacto
Luisa- 2do Lugar NCAMayo09



Amor Después de las Nubes

 





        La vi por primera vez una tarde de otoño; sentada al borde del lago a la sombra de un cerezo en los jardines de mi casa de campo. La brisa mecía sus negros cabellos mientras en él caían las flores del árbol...era una diosa. Yo estaba sentado en la barandilla del muelle a unos 15 metros de ella, hablando con los asistentes a la fiesta. Una simple mirada a su cuerpo de ángel  y quedé prendado...enamorado a falta de palabra más clara. Ella se levantó al oír su nombre, pronunciado por una voz grave, de varón en lo que aparecía el cuerpo de él en la escena. Era robusto, firme y la estrechó entre sus brazos en una clara demostración de amor...ella lo besó.  Mi fantasía con Selene -así se llamaba la chica- se vio truncada por un anónimo al que ella parecía conocer muy bien.

 

            Él se sentó en el césped y ella se acostó, apoyando su cabeza en el regazo de él mientras lo miraba fijamente; era sorprendente la claridad con la que veía yo la escena y sorprendente también mi manera de aislarme de mis interlocutores. Me fui acercando a la pareja conforme olvidaba que me encontraba en un muelle...caí al agua con fuerte estrépito. Cuando salí a la superficie ella se hallaba de pie a unos 3 metros, sonriendo con sorna, él venía detrás. La abrazó por detrás cuando notó mi mirada fija en ella, pronunció una amenaza muda y se alejó hacia la casa con ella anclada a su brazo.

 

-Es Selene Clarke -me dijo Bill al tiempo que me tendía una toalla-y el tipo que la acompaña es su prometido, David -los miraba con cierto recelo-

-¿Prometido? - repetí incrédulo -

-Sus familias concertaron el compromiso cuando ella era solo un crío -aseveró Anna con cierta amargura en la voz -Pobre chica, sólo tiene 17 años y tiene listo su ajuar para Diciembre de este año -Sus ojos denotaban cierta tristeza-

-¿Estás jugando conmigo Annie? -Mi voz hizo eco de mis pensamientos-

-Eso quisiera...es una niña muy bonita para casarse con semejante insulto a la naturaleza -Estaba realmente furiosa-

-Cuida tus palabras Anna -advirtió la hermana mayor de ésta-

-Sólo digo lo que pienso Christine, ya se le han visto a la chica varias magulladuras en los brazos...y por cierto, aquí viene -Mirando en una dirección-

 

            Miré en la dirección a la que apuntaba el macilento brazo de mi prima favorita para encontrarme con mi chica soñada hecha una furia. Venía caminando tan ligeramente como una gacela pero imprimiendo cierto odio y arrogancia en cada pisada, su cara estaba surcada por el pánico y el odio al mismo tiempo y las circunstancias indicaban que se había escapado de su carcelero protector. Yo ya me había puesto en pie y la toalla rodeaba mis desnudos hombros. Los últimos pasos los dio corriendo y no me había dado cuenta que ya estaba a tan sólo centímetros de mí cuando sentí la bofetada. Todos mis músculos se estremecieron; la chica pegaba duro

 

-¿Qué pretendías Grint? -dijo furiosa pronunciando mi apellido-

-Me gusta más Rupert -dije exhalando todo el aire contenido en mis pulmones y con cierta arrogancia-

-Ni me va ni me viene como te gusta que te llamen -susurró furiosamente al tiempo que apretaba los puños -Si ese adefesio me zurra una vez más juro que despertarás con un agujero donde antes tenías la sesera -afirmó más para ella que para mí

-¿Cómo está eso de que Moran te zurra? -su comentario me había caído como un balde de agua fría-

-No es tu problema -me espetó- sólo te digo que alejes tu pelirrojo trasero de mí si sabes lo que te conviene, no me interesas en lo más ínfimo así que no pretendas tratar de hacer uno de tus truquitos conmigo -su mirada destellaba con un intenso odio- no me atraes en lo más mínimo -esto último era más una técnica de autocontrol que una verdad-

 

            Así fue como conseguí el número de Selene Clarke. Mientras se alejaba caminando a paso fuerte hacia la casa, me percaté que tenía en el bolsillo una pequeña pegatina blanca con un número: una cachetada por la garantía de mil citas. Estaba dispuesto a correr el riesgo. De repente me encontraba sentado en mi Mini Cooper en el callejón al final de su calle esperándola a las tres de la tarde del miércoles de la semana siguiente. Ella había conseguido escapar esa tarde del férreo encarcelamiento que le habían impuesto sus padres y los de Moran. Llegó por fin en un suéter negro que hacía de mini vestido con unos leggins y Converse verde limón...todo lo contrario al vestido largo hasta el piso que había llevado a la fiesta.

 

-Te ves hermosa -dije comiéndomela con los ojos al tiempo que ella hacía una maniobra para sentarse-

-Verías que en realidad me veo linda si miraras mi cara no mis piernas y mis senos -me espetó en lugar de cualquier saludo pero una sonrisa recorría su níveo rostro-

-Lo siento, pero tu tienes en parte la culpa...de un vestido que parecía una cortina pasaste a un suéter como única prenda -aseveré pícaramente-

-Mi padre está fuera de la ciudad y éste es mi suéter favorito -acariciando la prenda con cierto afecto- me lo regaló mi abuela antes de morir, antes de que me sometieran a este infierno...nunca he entendido ésta agonía medieval -sus ojos demostraban furia e impotencia contenidas-

-¿Por qué te tienes que casar con él? -la curiosidad siempre ha sido mi punto débil

-Mi familia ha tenido una deuda con la familia Moran desde hace unos veinte años y el depravado de David puso sus ojos en mí -le dio una patada al tablero del auto- mis padres no dudaron en entregar a su hija como parte de pago, desatendieron todas mis súplicas y estoy confinada a casarme con ese adefesio -me estaba mirando profundamente -

-Pero... ¡estamos en el siglo XXI! -exclamé sorprendido-

-Y yo aún no soy mayor de edad, no tengo empleo ni casa propia. No me puedo largar de allí -dijo apoyando sus Converse en la guantera del auto-

-Comprendo; pero, mientras tanto... ¿qué te parece un helado? -dije con una inflexión que no admitía un no-

-A mi me parece bien -relamiéndose los labios hasta dejarlos completamente mojados- Me encantan los helados

-Qué bueno, iremos a mi heladería favorita en la ciudad y luego iremos a Kensington Gardens al atardecer y posiblemente nos quedemos encerrados allí y dormiremos la noche a la intemperie -dije componiendo un plan maquiavélico para velar sus sueños esa noche-

-Mi madre se enojará si hago eso -dijo sopesando las posibilidades- y David me zurrará -haciendo una mueca de dolor-

 

 

            Me quedé en silencio procurando no hacer eco de mis violentos pensamientos en ese preciso instante, pero estaba bastante consciente de que si veía el más mínimo moretón en su frágil cuerpo el chico iría a parar al hospital...era inconcebible maltratar a una mujer, menos a Selene Clarke. Minutos después de poner en marcha el auto por las calles del barrio londinense, estábamos aparcándolo en un atestado local del centro. Mi heladería favorita en el mundo desde que tenía tres años...tenía veinte ahora. Saqué las llaves del contacto y me bajé del auto usando toda mi galantería, luego di la vuelta y le abrí la puerta, ayudándola a bajar...ella me sonrió gentilmente y sentí como un color zanahoria recorría todo mi rostro poniéndome en ridículo. ¡Ella sólo tenía 17 años! Yo le llevaba tres pero me tenía a sus pies. Se ancló a mi brazo de la misma manera que lo había hecho con Moran en la fiesta y nos dirigimos al local.

 

            El interior estaba aún más lleno que el aparcamiento de la acera, nos hicimos espacio entre la multitud hacia la barra del servicio, pedimos unos grandes helados de chocolate con fresa y nos sentamos a una mesa de las pequeñas que se encuentran cerca de las ventanas. Mi helado se derretía poco a poco mientras la observaba a ella comer el suyo; parecía una niñita....daba pequeños mordiscos a los pedazos de chocolate y le quedaban bigotes...la había obligado a crecer de pronto y detrás de su máscara de madurez pude notar a la adolescente. Ella me miró.

 

-Se te está derritiendo el helado Grint -dijo con son divertido-

-Claro que no -miré el helado-¡Claro que sí!

-Te lo dije -su voz denotaba confianza-

-Tu tienes un bigote de chocolate -dije acercándome a ella-

-¿Tienes servilletas?

-No hacen falta -dije con voz seductora y acercándome más-

-Apártate -dijo poniendo mueca severa y poniendo su mano entre mi boca y la suya- No soy fácil, ¿no esperarás besarme a la primera o sí?

-Tienes razón -dije recomponiendo mi organismo del rechazo- no debía suponer...

-No, no debiste -se metió otra cucharada de helado a la boca-

 

            Terminamos de comernos los helados y ella me dijo que se sentía indispuesta después de subirnos al auto, aunque yo la veía perfectamente normal...igual acepté y la dejé en su casa. Llegamos bastante rápido; cruzó la puerta y no supe más de ella en varias semanas. La primera semana no estaba desesperado, el recuerdo de nuestra salida aún seguía presente y no me esforcé en buscarla. A la segunda semana adquirí la costumbre de esperarla a la salida de la escuela, pero no aparecía. Me preocupé sobremanera cuado llegó la tercera semana y ella ni siquiera salía de su casa a la escuela...decidí ir a visitarla. Al salir del trabajo el lunes en la tarde me dirigí a su casa con un nudo en la garganta, supongo que allí fue cuando me di cuenta que en realidad me importaba. Llegué a las escaleras donde la había visto desaparecer la última vez y toqué la puerta. Estuve 10 minutos esperando cuando, al fin, salió una viejecita y me dijo que ella se había marchado a Italia. Toda su familia se había trasladado a Milano para los preparativos de la boda que se había adelantado un mes, al parecer ella tenía mucha prisa por casarse.

 

            No hace falta decir que mi mundo se puso de cabeza y por un momento pensé seriamente en deprimirme hasta la muerte, ¡ninguna de mis primeras citas se había mudado con tan solo verme! Pero mi determinación pudo más y me encontré en un vuelo de última hora a Milano, Italia. Mi madre se había mostrado sorprendida cuando me vio las maletas en la puerta en semana de trabajo. Pensó que me había vuelto loco. Eso supuse yo también hasta que me convencí que la chica valía todo y me encontré a las pocas horas en la calurosa ciudad italiana con la ropa adherida a mi cuerpo por el sudor...sólo faltaba encontrar a Selene entre los millones de personas.

 

Al final no hizo falta, ella se acercaba a paso fuerte hacia la mesa que ocupaba yo en un café de una de las tantas concurridas calles de la ciudad, al parecer me había reconocido entre tanta gente...admito que eso abrió mis esperanzas. Traía un montón de bolsas de tiendas de diseñador acompañadas de una gran sonrisa, mezcla de alivio, picardía y culpabilidad. Su espléndida dentadura brillaba opacando el magnífico lugar...me enamoré.

 

-Hola -dijo ella con su cándida voz-

-Hola -dije yo levantándome de la silla y abriéndole una-

-¿Cómo has estado? -Se sentó y una cortina de cabello cayó sobre la silla-

-No tan bien como tú al parecer -no podía decir que había sido carcomido por la angustia y la incertidumbre-

-En realidad no he estado bien del todo -apoyó sus brazos sobre la mesa-

-Si gustaras explicarme -la incité con voz aterciopelada y llamé al mesero-

-En realidad no es una cosa que se diga en un lugar lleno de personas -aseveró mientras subía un poco su manga-

 

            El pálido brazo estaba cubierto de moretones y magulladuras, algunos más feos que otros. Incluso podría asegurar que se extendían por todo el cuerpo y que los había causado la mano de Moran. Ella me miró a los ojos y rompió en un llanto silencioso. Estaba atormentada. Me acerqué lentamente a todo lo que permitía la distancia establecida por la mesa y traté de consolarla; pero sabía que esas magulladuras habían sido consecuencia de nuestra salida y retiré mi mano. Ella la asió firmemente entre las suyas y yo quedé expectante con todos los músculos en tensión.

 

            En eso llegó el mesero con el mocaccino que ella había ordenado, dio un sorbito y ordenó un cigarrillo. Me asombré un poco aunque esa es una situación común en nuestra sociedad. Me miró ansiosa esperando alguna señal de reproche de parte mía supongo, pero no la hubo, después de todo... ¿quién era yo para juzgarla? Tomamos nuestros cafés en silencio y ella comenzó a darle pequeñas caladas a su cigarrillo, al parecer era cliente asidua del lugar y el mesero sabía ya qué marca le gustaba. La miré fijamente a la cara por unos segundos y luego dirigí mi mirada a sus brazos...la retiré de inmediato. Ella se dio cuenta. Me dirigió una mirada cargada de reproche y... ¡me besó! Sus labios eran dulces y cálidos, no se notaba la nicotina en ellos. Me besaba con una suavidad casi exasperante pero que, confieso, me encantaba. Le devolví el beso con fiereza, contrarrestando el hechizo de paz que había caído sobre mí. Sin darnos cuenta estábamos en pie, con las manos apoyadas en la mesa y con los labios unidos fuertemente...tropecé y derramé mi café con las manos. Ella se apartó por instinto y me miró fijamente.

 

-Debería alejarme de ti -musitó mas para sí misma que para mí-

-¿Por qué? -inquirí decidido a una respuesta mientras secaba mis manos-

-Me haces daño -confesó pálida y trastornada, como si le causara un profundo dolor decir eso-

 

            En un abrir y cerrar de ojos tomó sus cosas y salió del lugar. Para cuando recobré el dominio de mi cuerpo ya se había ido. Miré a ambos lados de la calle mientras salía del local para ver si la encontraba. Cuando decidí que era un caso perdido, volví a buscar mi chaqueta, el mesero se me acercó y me dio un papelito. Era su dirección...la de ella. Su caligrafía de caracteres emborronados e infantiles resaltaba en el blanco y fino papel en el que estaba inscrita. Imaginé que ella quería que la buscara, o por lo menos que fuera en esa dirección; si era un juego...yo estaba dispuesto a jugar.

 

            Tomé un taxi y me dirigí hacia el lugar señalado en el papel. En media hora llegamos a una villa solariega a las afueras de la ciudad. Le pagué al taxista y bajé del vehículo. En cuanto toqué la aldaba de bronce del portón, éste se abrió dejando ver a un mayordomo y el jardín interior. Me condujo hacia el interior de la casa, por un pasillo a la izquierda y me encontré en una habitación enorme y suntuosa. Ella se encontraba en una tumbona. Vestía una prenda larga hasta el suelo, blanca casi incorpórea de lino; una especie de abrigo que usaba encima de otra prenda un poco por encima de las rodillas, blanca también y de seda con puntillas de encaje que dejaba ver las curvas de su hermoso cuerpo. Parecía una mujer de antaño...y sólo era una niña.

 

-Viniste -dijo ella con voz aterciopelada pero que dejaba ver un toque de ansiedad-

-Iría hasta el fin del mundo por ti -las palabras salieron inconcientemente-

-No sé qué decir en respuesta a eso-

-No digas nada - me acerqué y callé sus murmullos con un apasionado beso-

 

            Seguimos besándonos por horas, compartiendo confidencias. El mayordomo se había retirado en cuanto entré en la habitación y nos encontrábamos totalmente solos, bailando una melodía al compás de nuestras agitadas respiraciones. Era una dama...una mujer. Recuerdo de la noble vida de antaño, con todos sus modales y singularidades. Era una diosa.

 

            La hice mía en esa tumbona. La hice mía para luego perderla. Descansábamos a la vaga luz del atardecer. Nuestros cuerpos entrelazados como uno solo en común y amoroso acuerdo. Despertamos con la luz del alba en medio de dulces besos. Me marché...

 

            Todas las tardes iba a aquella villa, todas las tardes la veía...cada tarde me enamoraba más. Pero de algo que no nos habíamos dado cuenta era que cada tarde que pasaba era un acercamiento peligroso al atormentado futuro de una boda. Al fin llegó el momento.

 

            Tras semanas de fortuitos y concertados encuentros con Cupido, ella se iba de mis manos. Yo, su fiel amante quedaba solo. Estuve con ella cuando estaba arreglándose para el que, se suponía, sería un día enormemente feliz...pero lágrimas negras rodaban por su rostro y por el mío. Nos dimos un último beso, promesa de amor y pasión sin igual y salí de la habitación. Me di cuenta que la primera vez que su mirada encontró la mía, la veía como una pequeña hermosa...ahora la veía como una mujer hermosa.

 

            Me dirigí hacia la Iglesia, pues era uno de los invitados. La boda estaba concertada para las 3 de la tarde. Llegaron las 3 y se fueron, llegaron las 4, las 5 y las 6...pasaron las 8, las 9 y las 10. Moran, presa del pánico y de la furia fue a buscarla, yo estaba pisándole los talones. Cuando llegamos a la mansión donde vivía mi pequeña princesa; Horacio, el mayordomo, se encontraba llorando en los escalones del pórtico.

 

-Se suicidó -dijo entre sollozos y se desplomó en el suelo con un golpe sordo-

 

            Moran comenzó el también a llorar y a estremecerse entre lamentos...yo recorrí el pasillo hacia su habitación, atormentado. Ella se encontraba tendida en la tumbona, espléndida aún en su lecho de muerte. Llevaba el mismo traje que la primera vez que visité la casa y sus cabellos estaban sueltos, libres en los almohadones de suaves plumas. En sus manos reposaba una navaja de afeitar y de sus muñecas salía la sangre a raudales...no tenía mucho tiempo de haberlo hecho. Creo haber sospechado que mi cerebro se negaba a aceptarlo, por la forma tan fría y calculadora en la que actué.

 

            En vez de deshacerme en lágrimas y matarme yo también; cerré sus párpados con delicadeza y tomé unas vendas para sus muñecas...no podía dejar que ojos impuros vieran su sangre. Entre sus ropajes encontré una carta con la misma caligrafía emborronada e infantil que me había dado su número y su dirección. Rezaba:

 

A mi Amado Rupert:

 

            Tal vez nunca entiendas por qué lo hice. Tal vez guardes en tu corazón algún rencor hacia mí...lo comprenderé si lo haces. Pero simplemente no podía soportar la idea de tener que entregarme a él, a sus sucias manos...al olvido. Por eso prefiero morir siendo tuya que vivir y pertenecerle a él...no podría vivir así, causándonos ese sufrimiento.

 

            Sé que mis fines son en extremo egoístas pues sospecho que me amas mucho más de lo que pienso y que te causaré tormento y dolor, pero...el amor prevalecerá siempre, ante todo. En cada minuto, en cada segundo, en cada brizna de hierba que toque tus cabellos...estaré yo para cuidarte, para amarte incluso después que mi cuerpo se haya enfriado debajo de un montículo de tierra. Nuestro amor será eterno como el sol, suave con la seda, apasionado como el que se profesaban Romeo y Julieta...pero también será póstumo.

 

            Mientras sujeto ésta navaja entre mis manos, pienso en ti, en mí...en todo lo que hubiéramos sido si nos hubiésemos conocido en otras circunstancias, en otro momento. En nuestros futuros hijos; ahora apagados y silentes y que no llegarán a ver la luz del día. Te deseo felicidad incluso si no es junto a mí en la eternidad. Te amo

 

Por siempre y para siempre tuya

Selene

 

            Cuando leí la carta, mi cerebro desistió en sus esfuerzos de negación y ahora me encuentro llorando en el parquet de su habitación, con la misma navaja que ella empleó en mis manos. Dispuesto a cometer un crimen hacia mi persona...todo por amor. Mis fantasías me indican el camino hacia la felicidad con ella. Mi corazón promete que el procedimiento será indoloro, pero mi cerebro piensa otra cosa...se acercan pasos. Tomo la navaja y desenfundo su hoja...un limpio trazo en mi muñeca y la sangre está saliendo a borbotones. Otro limpio trazo en la muñeca faltante y la veo a ella...la veo y me saluda. Nos tomamos de las manos y me abraza. He vuelto a sentir sus cálidos labios reposando sobre los míos.

 

            He alcanzado la felicidad al otro lado del mundo con la persona que amo. Hoy, el día de nuestro suicidio...ella cumplía 18 años. Era mayor de edad y tenía el derecho de largarse del yugo de su padre.

 

            Elegimos este camino y aquí estamos, besándonos de nuevo en la tumbona de una villa solariega apostada sobre dos gigantescas nubes.            La historia de dos amantes que dieron su vida por un sueño...un sueño que se cumplió en la otra

Hajime yori                                 Hace mucho tiempo

Au wa wakare to                        aunque sabía que encontrarnos

Kikinagara                                  sólo podía significar separarnos 

Akatsui shirade                          aún así me entregué a tí

 

Hito o koikeri                              sin pensar en el amanecer.


¿Qué hora es?  
   
¿Quienes Somos?  
  Hola chicas!!!

Nosotras somos

Cecii[13 años] y VaNiix!!![16 años]

creo qe la mayoria nos

conoces por nuestras

novelas!!!!!

Esperamos este blog les guste

y participen en nuestros concursos!!!

Novelatikx-Choice-Awards!!!!!

si nos qieren contactar agreguenos:::...

Novelatikx_CA@hotmail.com!!!!

si quieren nuestros messenger

personales dejen un cometario!!!
 
Visitantes!  
  Contador Gratis
Contador Web
 
Hoy habia 3 visitantes¡Aqui en esta página!
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis